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La llamada



Aquel hombre no podía dejar de hacer esa llamada que devolvía la paz a su alma, si algún día no tenía que hacerla se encontraba extraño, le sudaban las manos, se ponía de malhumor y no era capaz de concentrarse en el trabajo, entonces buscaba y rebuscaba en los recovecos de su cerebro hasta encontrar un motivo, que por grande o pequeño que fuera le permitiera poder volver a hacerlo una vez más, llamar otra vez y volver a escuchar esa maravillosa voz que decía: “servicio de atención al cliente: si llama desde Madrid pulse 1, si su consulta es externa pulse 2....” Entonces, sólo entonces sentía que su vida había recuperado el sentido.

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